El horror que nos ha producido a todos la muerte del niño del parvulario obliga a buscar formas eficaces y eficientes para evitar la repetición de la tragedia. Para ello debemos ir al fondo del asunto. Podremos darle más poderes a la JUNJI y dictar leyes más estrictas tanto respecto a los jardines como a la movilización escolar. Desgraciadamente no lograríamos nada. Hecha la ley; hecha la trampa.
La mayor responsabilidad, nos guste o no, es de los padres y sólo ellos podrán evitar la repetición de estas desgracias. Por doloroso que sea decirlo; los padres del niño en cuestión son los principales responsables de este caso: contrataron una movilización irregular para su hijo; violando las leyes respectivas con desafortunadas consecuencias.
En el futuro, el rol primordial, tanto en el control de la movilización escolar como del funcionamiento de los jardines infantiles, debe ser asumido por los padres. Ellos deberán ser los principales fiscalizadores y no el Estado con sus múltiples organismos.
Todo lo demás es música.
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